Sí, son dos perros pero ¿aprecias alguna diferencia?
11 diciembre, 2014 | Consejos
Realmente todas las razas de perros son la misma especie, que tiene su origen en el lobo, canis lupus, y que está domesticada por el hombre desde tiempos muy remotos. No se sabe cómo comenzó este proceso de domesticación, pero ya hay constancia en el Paleolítico de la presencia de perros junto a humanos y durante el Imperio Egipcio se empiezan a distinguir las primeras razas.
Esta convivencia fue continuada, en la Edad Media ya existían razas pequeñas, medianas y grandes, como actualmente, y el hombre comienza a apreciar la utilidad de los perros para múltiples tareas. En base a ello y, dependiendo de para qué actividad se iban a destinar, se llevó a cabo una selección a lo largo de la historia. Esta selección ha dado lugar a multitud de tamaños y aspectos diferentes y ha creado una variabilidad de tallas que no tiene parangón en el reino animal. Ninguna otra especie tiene semejante dispersión de tamaños, con algunos individuos del tamaño de una cobaya y otros próximos al de un oso pardo. Este alto grado de selección genética ha provocado grandes diferencias en el desarrollo, metabolismo y longevidad, que dependen precisamente de estas acentuadas divergencias en tamaño y peso.
Las razas pequeñas tienen una relación entre su superficie corporal y su peso bastante desfavorable, esto provoca que pierdan calor con más facilidad en ambientes fríos y además tengan un metabolismo más acelerado. Por ello necesitan alimentos concentrados, croquetas de tamaño pequeño, adaptadas a su cavidad bucal y muy palatables. Maduran antes, sus ritmos vitales son más rápidos y, sin embargo, son mucho más longevos. Un yorkshire alcanza la talla adulta a los seis meses, pero su esperanza de vida supera los 17 años.
Del otro lado tenemos los colosos del mundo canino, perros con peso adulto superior a los 40kg, que son todo lo contrario a lo que antes habíamos comentado de las razas pequeñas; su relación entre superficie corporal y peso es muy favorable a su masa corporal, con lo que mantienen el calor con gran facilidad y su metabolismo es más lento. Maduran mucho más tarde y, paradójicamente, su esperanza de vida es muy corta, difícilmente rebasan una decena de años. Como hemos comentado, su metabolismo es más lento y sus tractos digestivos proporcionalmente más cortos, por lo que necesitan además de alimentos muy digestibles, que sean menos concentrados, ya que un exceso de energía en la dieta provocaría un sobrepeso que comprometería su estructura osteoarticular. Un Boyero de Berna alcanza su talla definitiva casi a los dos años, las hembras tienen su primer celo bastante tarde, a menudo después del año y medio pero, paradójicamente, su vida no será muy larga y tendrá suerte si sobrepasa los 10 años. En las razas grandes y gigantes, la alimentación debe tener en cuenta el tamaño de su boca y dientes, con lo que necesitamos partículas muy grandes que favorezcan la masticación, con el positivo efecto que ello tiene en la digestión, gracias a la acción de la amilasa salival y la limpieza del sarro en los dientes. Además, los piensos para este tipo de razas han de tener una relación calcio/fósforo adecuada y deben contener sustancias protectoras del cartílago, ya que estos animales son muy propensos a padecer artrosis debido a su peso y a la fuerza desarrollada por sus músculos sobre sus estructuras osteoarticulares.